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"Cada quien vive con sus propios demonios"

Un día un amigo me dijo: "Cada quien vive con sus propios demonios", y aunque en ese momento no sabía exactamente a lo que se refería y lo que trataba de decirme, ahora entiendo qué significa vivir con demonios por dentro.

Mi perspectiva es esta...

Vivir con un demonio dentro, no significa que estés poseído o algo parecido, sino que hay algo que te inquieta, que te atormenta y que no permite que vivas a plenitud cada uno de tus días. Ese demonio puede ser la culpa, un sentimiento oscuro que te lleva a recordar cada noche algún daño que causaste a una persona importante para ti. Cargar con la culpa de algo, es una sensación desesperante, porque no siempre existe la posibilidad de enmendar tu error, de pedir perdón y reconciliarte con esa persona. No siempre se puede cambiar el rumbo de las cosas y de esa situación que no te permite dormir bien.

Cuando la persona que le hiciste daño ya no está, es muy difícil poder encontrar un consuelo que amenice ese dolor, ese vacío que no se llena con nada. Es entonces cuando solemos buscar consuelo en otra parte o recompensar ese daño con alguien más que sea muy cercano a la persona que ya no está. Y aunque no es lo mismo, nuestro cuerpo se siente mejor al saber que de alguna manera estamos reparando el daño ocasionado.

Siendo honesta no recuerdo si en algún momento he cargado con una culpa, pero sí me he sentido culpable por algún inconveniente, aunque supongo que no es nada comparado con cargar con algo que te aseche con recuerdos.

El segundo demonio puede ser tu pasado, el que tal vez pocos conocen pero del que muchos hablan, pues por alguna absurda razón, las personas suelen juzgar sin conocer realmente lo que sucedió. Critican y hablan mal de ellos sin saber cómo sucedieron las cosas y si realmente ellos son los culpables.

Las acciones que hacemos hoy, son las que se reflejan en el futuro, pues por muy pequeñas que éstas sean siempre te logran alcanzar, no importa cuánto evadas la realidad, los recuerdos son los que te llevan a ese lugar.

Hay personas que deciden borrar por completo su pasado, como si eso pudiera ser posible...Creo que olvidan que de los errores se aprende y que es algo que nos hace cambiar para bien, porque eso es lo que yo creo del pasado. No importa qué tan grande sea tu demonio, siempre hay una manera de hacer que ese dolor y esos recuerdos te hagan una mejor persona, que se preocupa por los demás y que por supuesto merece la oportunidad de cambiar, siempre y cuando su arrepentimiento sea sincero. Y aunque hay quienes dicen no arrepentirse de nada, porque es precisamente lo malo lo que les ha enseñado lo importante de la vida, coincido con ello, pues como ya lo he dicho de los errores se aprende y del dolor también.

El tercer demonio es el miedo, una sensación que te hace temblar no de frío sino de inquietud...El miedo es el peor de todos, porque te impide realizar o conseguir algo, ese pánico que nace de tu pecho y que te consume poco a poco dejando huellas a su paso es lo que no te deja respirar bien por las noches y lo que te despierta en las mañanas.

El miedo sabe donde encontrarte, sabe cuándo presentarse porque conoce a la perfección tus debilidades y es ahí cuando te ataca, porque sabe que estás tan vulnerable que no podrás defenderte cuando lo sientas junto a ti. También es hermano de la soledad, el cuarto demonio, que te acompaña a todos lados y que también sabe cuándo presentarse.

Ambos, se reúnen en un cuarto, cuando las luces se apagan y cuando no se escucha nada más que tu agitada respiración al sentirlas presentes una vez más justo a un lado de ti. Son ellos los que poco a poco consumen tu esperanza, pues saben perfectamente que puedes hacer cualquier cosa que te propongas pero es obvio que no les conviene hacerte amigo de ella, pues si tomarás la decisión firme de ir tras lo que quieres, seguramente ellas no entrarían más en tu vida.

Éste último demonio, es el más doloroso de todos, es conocido como rencor y es el más fuerte de todos, pues cuando se acompaña del coraje puede dejar ciega por completo a una persona e impedir que vea claramente la realidad de la situación. El rencor también invade tus sentimientos, provoca separaciones y es enemigo de la confianza y el amor. Dos sentimientos que nacen cuando dos personas quieren estar juntas.

El perdón tiene un papel importante aquí, pues es él quien puede hacer que éste demonio se vaya y nos devuelva la vista, permitiendo ver todo más claro. Las parejas deberían caminar de la mano de la confianza y el perdón, dos remedios perfectos para eliminar a cada uno de estos demonios. Si todos aprendieran a vivir sin ellos, seguramente todos estarían sonriendo frente al espejo y no llorando junto a la almohada.

Habiendo tantas buenas razones para sonreír, tantos momentos que compartir y nosotros perdiendo el tiempo viviendo con demonios dentro...

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